jueves, 25 de diciembre de 2008

La platería en las catedrales...

SÁNCHEZ-LAFUENTE GÉMAR, Rafael, “La platería en las catedrales. Del tesoro medieval a la acumulación contrarreformista” en Estudios de platería San Eloy 2005, Universidad de Murcia, 2005.


RESUMEN INFORMATIVO:

El ajuar de los templos cristianos llega a ser de tal dimensión que es necesario disponer de una estancia o cámara denominada tesoro (Thesaurum) donde se custodiaban los objetos de ajuar eclesiástico, reliquias y documentos de propiedad. La proliferación de este tipo de ajuar para los templos se afianza con el coleccionismo privado y la Contrarreforma especializándose en lo cultual y litúrgico. Al mismo tiempo este tipo de inversión serviría como aval para en caso de necesidad, fundirlo a moneda.

Lejos de una intención ordenada de los fondos, los tesoros se destacan por su amplio y desordenada disposición de sus fondos. En ellos se valora su funcionalidad y utilidad, riqueza material y objetos peculiares mientras que en el coleccionismo privado primará el placer estético e intelectual que aporta al poseedor privado que disfruta con su contemplación más que con su posesión. Curioso queda la convivencia de objetos sagrados y profanos en los tesoros catedralicios, muestra que sirve para justificar el acopie indiscriminado de las piezas que señalaremos.

La proliferación de reliquias, algunas de más que dudosa procedencia, contribuyó a la realización de soportes contenedores de estas. Otras veces se diseccionaban los restos incorruptos de santos para crear nuevas reliquias y difundir su culto y devoción por otros puntos de la península por lo que el comercio de reliquias aumentó considerablemente.

En diversos puntos de la península han destacado reliquias que han dotado al templo de un prestigio y referencia en la península. Esta era precisamente la finalidad de la acumulación de las reliquias ya que dotaban al templo de un prestigio espiritual y político singular. Despunta el conjunto de la Cámara Santa de Oviedo que además se distingue por una doble función de tesoro catedralicio y oratorio regio.

Santiago, Sevilla y Toledo serán las que primeramente destaquen en hacerse con unos fondos importantes de platería, joyería y bordados con aplicaciones de joyas. El auge del coleccionismo laico no mermará la producción de nuevas piezas cultuales para las catedrales. En estos momentos se desusa el tesoro como cámara destinada a la custodia de estas piezas y proliferará la Sacristía mayor catedralicia para el cobijo de estos enseres. La actitud contrareformista y trentina hará sumar a las labores de platería y joyería las de la decoración de los interiores y altares eucarísticos efímeros para poner en funcionamiento la maquinaria barroca que deberá de impactar al fiel. A esto sumamos la proliferación de oro y plata procedente de América que hará disponer de mayor materia prima para sus facturas. Una de las razones que potencien el aumento cultual es la proliferación y auge de las fiestas eucarísticas del Corpus, destacando el sagrario de la Catedral de Sevilla de francisco de Alfaro (1593) y las custodias de asiento para el culto de exhibición y catequética pública en las calles. Esta primavera artística de piezas se extiende también a parroquias más humildes pero que en ocasiones acopian piezas de referencia artística. La acumulación de estos enseres hará crear estancias para su exposición como capillas de reliquias o armarios repletos de estas piezas. La Contrarreforma logró el mejor ambiente para aumentar estos fondos que en el siglo XVIII se seguirá incrementando gracias al aumento votivo del culto a la Virgen y los Santos.

En la Edad Media, el mecenazgo para la factura de las piezas que venimos anotando, es fundamentalmente gracias al patronato de los monarcas que servirá de promoción regia y como señal para afianzar su autoridad sobre el pueblo. Destacan Alfonso II y Alfonso III, y sobre todo la reina Isabel la Católica, que con sus generosas donaciones dotó a las tierras conquistadas de un preciado ajuar para el culto. Más tardío, en la Edad Moderna, destacará el patrocinio de los obispos que no solo dotaban a su sede de prestigio sino a ellos personalmente tomándolo como una función, responsabilidad y obligación de su labor de prelado. La actividad de los cabildos catedralicios fue otra fuente de patrocinio de este tipo de obras artísticas no solo en el encargo de nuevas facturas sino en la labor de disponer en el personal laboral de un platero que labrara piezas nuevas y que además “restaurara” piezas ya existentes y se ocupara de su conservación, limpieza… aunque esto no era impedimento para a la hora de buscar al artista para una obra, pensar en las manos más celebres del momento con lo cual no solo daba certeza sobre la calidad de la pieza sino dotaba de prestigio al cabildo y al templo catedralicio. También se observa la influencia y lazos familiares entre canónigos y artistas que condicionaron algunos encargos.

Estas obras corrían el peligro de ser fundidas por diferentes razones. Una de ellas sería las de utilizarlas como base para nuevas obras por razones de moda o adecuación a nuevas formas litúrgicas. Otra razón era la fundición para pagos, incautaciones de tesoros por los mismos monarcas que en la Edad Media propiciaban su realización, llegado el momento de necesidad ante campañas militares no dudaban en argumentar y dar razones para su fundido en monedas de plata, aunque hubo el caso como en los Reyes Católicos que una vez pasada la penuria económica invirtieron y trataron de reponer con creces las piezas sustraídas. Por tanto este tipo de patrocinio era a su vez una fuente de inversión disponible en los momentos de necesidad. Quizás los momentos de más expolio pudiera ser en la época de conflictos con Francia (1795 y 1810). Las guerras contra la Convención francesa (1795), la época de expropiación de bienes para bien llevarlos a Francia o bien fundirlos, la misma guerra de la Independencia fueron momentos del requise y saqueo con el fin de utilizarlo como moneda. Algunas Catedrales como las de Sevilla o Granada tuvieron que ceder en más de una ocasión piezas aunque otras, como la de Málaga, se justificó con moneda directamente pero no quedó exenta de expolios y saqueos a manos de los franceses posteriormente. La pérdida de estas obras no termina aquí ya que en siglos posteriores vuelven a exponerse a desamortizaciones, revueltas anticlericales y a la misma Guerra Civil española donde no solo en el periodo bélico sufrió robos sacrílegos sino que en la postguerra tuvieron que malvenderse piezas para poder pagar deudas y cubrir necesidades.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El artículo es serio y riguroso. Felicito al profesor que lo ha escrito.

Tu comentarista anónimo

Anónimo dijo...

¡¡¡ Es magnífico !!! Felicidades

Tu blog necesita un premio ya !!!

Antonio Jiménez

Anónimo dijo...

¿Dónde puedo localizar el artículo completo? Deberías reproducirlo entero, no un resumen que, aprecio, es tuyo.

Salvador N. G.

Parroquia Stos. Mártires Ciriaco y Paula dijo...

Al cominenzo tiene ud. la reseña del artículo completo.